MI
CONSUELO VIENE DEL CIELO
Aún bajo sol de triunfos, sufro en
demasía;
y de noche, pido tu paz, busco tu
rocío.
¡Qué tan lejos yace tu luz madrecita
mía!
y, sin embargo, aquieta el padecimiento
mío.
Mi corazón que, al darse tu ausencia,
se perdía,
dicta melodiosas frases y recobra brío,
porque ahora te percibe cerca cada
día
y vuela contigo libre del dolor sombrío.
¡Mi madre, la mejor del mundo! Nadie
como ella.
Cómo quisiera ver su rostro y tocar sus
manos;
pero me conformo al verla en la
centella
que, para dar consuelo también a mis
hermanos,
allá en el firmamento de la noche destella.
Madre, soy tus esfuerzos que nunca
fueron vanos.
(NG. Julio 15,
No hay comentarios:
Publicar un comentario