jueves, 16 de noviembre de 2017


MI CONSUELO VIENE DEL CIELO

Aún bajo sol de triunfos, sufro en demasía;
y de noche, pido tu paz, busco tu rocío. 
¡Qué tan lejos yace tu luz madrecita mía!
y, sin embargo, aquieta el padecimiento mío.

Mi corazón que, al darse tu ausencia, se perdía,
dicta melodiosas frases y recobra brío,
porque ahora te percibe cerca cada día
y vuela contigo libre del dolor sombrío.

¡Mi madre, la mejor del mundo! Nadie como ella. 
Cómo quisiera ver su rostro y tocar sus manos;
pero me conformo al verla en la centella

que, para dar consuelo también a mis hermanos,
allá en el firmamento de la noche destella.
Madre, soy tus esfuerzos que nunca fueron vanos.


(NG. Julio 15,

2016.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario