viernes, 15 de diciembre de 2017

EL BAÑO DEL PRESIDENTE.
(Un cuento breve para matar el tedio, helo aquí.)
El sujeto que se cree soberano de nuestra Nación, y que es enaltecido por rastreros poetastros y serviles cantores, tiene un sueño que, según sus conceptos, es alimentado por el soplo de dioses ancestrales. Sueño fecundo de ilusiones quiméricas que solo lo llevarán al despeñadero sin que él se dé cuenta, ni quiera aceptarlo. En su sueño se ve dominando palmo a palmo nuestra tierra, y libre de toda competencia, pues, ni en sombra acepta ésta. No se ve a sí mismo compartiendo el poder. Ve aduladores, lisonjeros y consejeros acomodando recomendaciones y asesorías a su conveniencia, aunque vayan contra el Derecho y el Sentido Común. Se ve rodeado de amores furtivos de damiselas embriagadas de poder y lujuria. Considérase ungido con dones celestiales y por ello coronado de saberes y de laureles gloriosos y fragantes. Sin reparos ni misericordia hace suya las grandes vendimias que con el sudor de sangre y mares de lágrimas producen quienes él considera sus felices gobernados –y que, más bien, son esclavos de sus caprichos-; y no reconoce que aquellas cosechas son el fruto del agotador trabajo de quienes labran la tierra mientras ruegan al Creador por buenos resultados para no morir de hambre en cada intento. Por sus ínfulas de ungido, nadie osa oponérsele en nada, ni siguiera en bromas. Y ni se sabe qué sería del que piense y haga acción alguna en su contra. Pues, se cree un Ser del Olimpo. Se aprecia tan misterioso, que hace poco ha enviado a diez de los más audaces de sus cazadores a las vírgenes selvas de La Guinea, para que, sin excusas, le traigan al más grande de los tigres. Se ha dictado como propósito purificador bañarse desde la cabeza hasta los pies con la sangre vertida y aún caliente del felino que ha encargado, todo tal como –según su desviada intuición-  se lo ha prescrito su “Espíritu Protector”. Pero los diez cazadores, a falta de tigre, porque de esa especie no hay en estas selvas, le han llevado un jaguar. Y, por ese justificable motivo, se ha encendido tanto su ira, que con la sangre de los mismos desafortunados cazadores ha procedido hacerse el purificador baño de marras. 

NG. 18/09/19??

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