sábado, 1 de diciembre de 2018




Los microchips que se implantan bajo la piel y permiten pagar sin efectivo ni tarjeta (Tomado de la BBC Mundo del 01/12/2018)
Suecia es el primer país del mundo en el que puedes pagar tu boleto de tren sin dinero metálico ni virtual: se hace a través de un chip implantado en la mano.
La pequeña protuberancia en el dorso de la mano de Dave Williams tiene el tamaño de un grano de arroz y está entre su dedo pulgar e índice. Es apenas perceptible, pero cuando abre con ella la puerta de su casa se convierte en el centro de atención.

Este ingeniero de software británico, que trabaja para Mozilla, tiene un microchip incrustado en la mano, un circuito electrónico en forma de píldora que funciona con tecnología inalámbrica.

"Tengo muy mala memoria", le dijo a la BBC. Por eso decidió implantarse ese pequeño dispositivo que le permite no entrar en pánico si se olvida las llaves de casa.

Es el mismo tipo de chips que se están poniendo demoda en Suecia y en otros países occidentales como Alemania, Australia y Nueva Zelanda, en donde se han llevado a cabo varias iniciativas para promover esta tecnología futurista.
Pero el caso de Suecia llama especialmente la atención. Miles de personas en la nación nórdica -unas 3.000, según un informe de AFP de mayo de este año- ya se incrustaron microchips. Aunque es probable que la cifra sea incluso mayor.
"Cada vez más personas en Suecia se implantan chips RFID en la mano y los usan para desbloquear puertas, 'llevar' boletos de tren e incluso hacer pagos", le dice a BBC Mundo Ben Libberton, un doctor en microbiología que trabaja en el laboratorio MAX IV de Lund, en el sur de Suecia.
--- Un sistema "conveniente" ---

Un RFID, al contrario que un código de barras, permite acceder de manera remota a la información que contiene. Se usa en etiquetas antirrobo, en estaciones de esquí y también en los"chips de identificación" para animales domésticos.

También están implantados en la mayoría de los teléfonos inteligentes y tarjetas sin contacto, así como en pasaportes electrónicos.

Pero en los últimos años, su uso en humanos cobró especial relevancia. Suecia lidera la tendencia.

El tema comenzó a protagonizar titulares en 2015cuando Epicenter, una empresa de alta tecnología con base en Estocolmo, causó cierta polémica al anunciar que iba a implantar chips a sus trabajadores.

Con un giro de muñeca, los empleados podrían acceder al edifico, usar la fotocopiadora o pagar un café.

"El mayor beneficio es la conveniencia", declaró el cofundador y director de la compañía, Patrick Mesterton, en 2017. "Permite reemplazar muchas cosas, como la tarjeta de crédito o las llaves".
--- Pagar con la mano ---
Los chips permiten realizar pagos contactless (sin contacto), una práctica especialmente promovida en Suecia donde apenas el 1% del valor de todas las transacciones realizadas en 2016 se hizo con efectivo.

Algunas de esas transacciones se hacen a bordo de trenes.

La compañía nacional de trenes SJ -la más grande del país- es la primera del mundo en aceptar este tipo de pagos.

Cuando pasa el revisor, algunos pasajeros colocan la mano cerca de la aplicación de su smartphone. El ticket de tren parece cosa del pasado.
Cada persona que tenga un microchip como esos en la mano debe registrarse previamente en la compañía para obtener un número y poder pagar.

Stephen Ray, director de comunicación de SJ, conoce el sistema muy bien porque él mismo tiene un microchip implantado bajo la piel de su mano.

De este modo, la pantalla del celular del revisor le indica que el pasajero ha pagado el billete y le muestra su número y su nombre.
--- "Opcional" ---
"La única información que SJ lee de los tickets de microchips es el número de membresía en el programa de fidelización de SJ", le cuenta Ray a BBC Mundo.

"Este número no se considera confidencial y la privacidad de los clientes está garantizada desde nuestro punto de vista", añade.

De momento, esta tecnología solo se usa en su empresa para viajes regionales. Pero el plan es que abarque mucho más.

No obstante, Ray aclara que "nunca será obligatorio" para sus clientes implantarse estos chips y que "solo se contemplan comoun servicio opcionalque aún consideramos como un proyecto de prueba".
Stephen dice que la idea es que esta iniciativa se extienda a otras áreas (y a otros pagos) de la vida cotidiana, como una tarjeta de crédito.

Sin embargo, no todos están a favor de los microchips o tienen una visión tan optimista.

"Esta tecnología reduce el número de tarjetas y dispositivos que necesitan, los 'miniaturiza' enormemente haciendo que sea imposible perderlos", le dice Libberton a BBC Mundo.

Pero el microbiólogo advierte que le preocupa cómo los chips pueden vulnerar la privacidad y seguridad de quienes los usan.

"A medida que estos chips se integran en más servicios digitales, revelarán más datos si se ven comprometidos. Es un punto débil en lo que respecta a la seguridad", explica.

"Imagina si lo usas para desbloquear tu casa o acceder a tu cuenta bancaria. Temo que su conveniencia haga que se filtren más fácilmente datos importantes".

Y deja una pregunta en el aire: "Los riesgos serán aún mayores cuando se empiecen a incorporar datos biológicos a los chips. Si una empresa sabe más que tú sobre tu propia salud, ¿cuáles son las implicaciones éticas y quién decide las normas?", concluye.



sábado, 24 de noviembre de 2018

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Fragmento del Prólogo al libro
“Pioneros de Nueva Guinea”
del autor Richard Wilson A.
La imagen puede contener: textoEl drama humano que se vivió en Nueva Guinea nunca ha sido conocido por los nicaragüenses, pareciera un capítulo aislado de la historia, casi nadie lo recuerda, hasta ahora que vimos el libro de cuentos de Richard, una búsqueda del camino del rescate de los inicios, de la creación de ese nuevo mundo, de ese momento en donde se cumplía esa condición humana de la necesidad de referencias, de leyendas, de los parámetros vitales, del juego de los misterios, del principio del largo camino de la muerte, del encuentro con la muerte. Los misterios del ser humano para ligar su mundo espiritual con la nueva geografía que les toca vivir, por eso surgen el Cerro Brujo, La Sirena del Rio Zapote, el cerro de frutas embrujadas, un cementerio de que inicia sus recuerdos, el culto a los muertos perdidos, es la necesidad de integrar en la vida cotidiana los misterios de la vida presente en la nueva comunidad que se inicia.
En una prosa directa, sin mayores complicaciones, se va revelando la historia local, los retazos de la historia que en su momento nuevos historiadores comenzarán a investigar. Este trabajo es meritorio en sus dos sentidos principales, como trabajo literario y como instrumento que nos da a conocer, una parte de la historia de cómo se ha ido construyendo este país.

Desde Nueva Guinea, después de los años de guerra y de reordenamiento del país, surge este libro de Richard Wilson, que actualmente es un profesor universitario, que nos revela el enorme potencial que tiene nuestro país joven y hecho por hombres y mujeres jóvenes, de cara al futuro, de la capacidad efectiva de nuestras posibilidades de crear como pueblo, de demostrar que entre todas y todos juntos podemos aportar en la promoción de las oportunidades para que puedan desplegarse ampliamente por todo nuestro territorio, esas capacidades, dones y compromisos.

Doctora Myrna Cunningham Kain,
Rectora fundadora de la Universidad de las Regiones Autónomas
de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN).


jueves, 11 de octubre de 2018

LO QUE SOMOS
Tenemos:
dos ojos, y una percepción,
para ver dos veces lo que juzgaremos una vez.

Dos oídos, y una boca,
para oír dos veces antes de hablar.

Dos orejas, y una cabeza,
para balancear nuestra imagen ante los demás.

Dos fosas nasales, y una nariz,
para olfatear dos veces los olores de la vida
y emitir juicio de valor en acertado sentido;
y para equilibrar nuestra efigie
ante el golpe visual de los demás.

Dos brazos, y un tronco corporal,
para no indicar que estamos hacia un lado
o hacia el otro, sino en neutralidad.

Dos manos similares entre sí,
para no dejar caer lo que tomamos.
Lo que es bien habido y propio, se ha de cuidar
y defender a capa y a espada.

Dos piernas, y una silueta de pies a cabeza,
para mantener firmeza y prever caídas
ante los golpes del destino.

Dos gónadas, y un falo,
para encubar la perennidad de nuestra especie
con doble cuidado por cada vez que se expulsa la simiente.

Dos pies, y hacia el mismo sentido,
para no ir ni hacia atrás ni hacia adelante a una vez,
ni dar vueltas en sí mismo.
No ha de haber cabida para el doble ánimo
en el andar humano.

Tenemos:
Cinco dedos, no iguales entre sí, en cada mano.
¿Por qué?
Son los sensores que detectan las distintas
texturas de la vida.

¡Ah! Pero también son cinco los dedos
de cada uno de los pies.
Porque nos equilibran
ante los retos
del camino.

Y qué hay de los dos pezones.
¿Te has preguntado para qué sirven en el hombre?
Desnuda que fue la humanidad
se hizo consciente de ese estado
y se cubrió la zona genital,
pero dejó al descubierto las tetillas
como símbolo diferenciador entre el varón y la hembra.

Y ¿por qué solo un ombligo y un ano?
En la formación intrauterina,
por el primero entra la vida
y por el segundo está prevista que se vaya.
Una vez nacido, el aparato digestivo superior
llega a suplantar al primero.
No obstante, éste sigue siendo la espera
para que la ciencia inyecte vida en los humanos.
Pero ¿Dónde están almacenadas las células madres
que se han ido con el extremo externo del ombligo
por el torrente de aguas negras
o se han esfumado por las chimeneas
o por las columnas de humo a campo abierto?

Y qué hay allá donde a simple vista no se mira:
un cerebro, un corazón, una garganta,
un esófago, un estomago (o el segundo cerebro),
un hígado, y un páncreas…
Esto es porque no podemos ni debemos ser dos en uno.

Dos pulmones, dos riñones,
y dos intestinos (el grueso y el delgado),
para que aspiremos cada día a más,
y para que seamos más limpios cada día
mediante el dreno de los desechos sólidos y líquidos
inservibles.
En general, el resto es musculatura, piel, vello y cabellera,
recursos de formas y estéticos de la humana apariencia
que nos hacen vernos, entre nosotros, diferentes.

viernes, 21 de septiembre de 2018


SÉ VOS MISMO Y CAMBIARÁS EL MUNDO
No creas, no sigas, 
no admires, no imites 
al que habla de unidad 
pero en su hogar riñe 
y se destroza con los suyos;
al que habla de dar paso al joven,
pero se le ubica en la escalera
para que no suba;
al que te aconseja tolerancia,
pero vocifera contra el latir
del corazón de su vecino;
del que dice tener firme
y social pertenencia,
pero es miembro de corporaciones
cuyas sopas de letras
que las identifican
son más grandes que el
número de sus integrantes;
del que se jacta de tener
despercudido y terso el rostro,
pero sus manchas y arrugas lo delatan;
del que dice ser imagen de alta definición,
pero su retrato siempre luce macilento y envejecido;
del que afirma elevar la bandera patria
al más alto mástil de la veneración y del respeto,
pero a solas se abriga y se trapea con ella
y, peor aún, la negocia y la entrega, y sin escrúpulos,
por unas cuantas monedas de plata
al foráneo del Este o del Oeste;
del que habla de honor,
pero se entrega al mejor postor,
y claudica ante todo mísero chantaje;
del que asevera tener la verdad,
pero en la primera vuelta del camino
tiene amarrado el caballo de la mentira
sobre el que cabalga con el sable del engaño
para herir al primer ingenuo y desafortunado
que encuentre en su maloso destino;
del que arguye tener todos los elogios y los votos,
pero ni el loro de su casa dice una palabra a su favor;
del que grita ser guía del pueblo,
pero no lo sigue ni el perro de su patio.
No creas, no sigas, no admires, no imites a nadie.
Sé vos, en vos; sé vos mismo;
y comenzarás a ver cómo cambia el mundo.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

EL POETA ARMANDO INCER (1930-2018), HA MUERTO;
LA NACIÓN YARRINCE ES MÁS PEQUEÑA.
El canto vuela vestido de dolor,
mientras el Guás
(Herpetotheres cachinnans)
lleva de tristeza cubiertas sus alas.
Desde Boaco, afligida va su trova,
la lleva por Camoapa,
y se oye en Comalapa, en Juigalpa,
despierta el sueño de Yarrince en Apompuá,
y luego se extiende hasta Acoyapa.
Su congoja es por la muerte de Incer Armando,
el poeta culto y oculto,
quien se ha rendido ante la matrona de la hoz
allá entre los dos pisos de su casa natal.
Ahora la nación yarrince es más pequeña,
y el mundo pesa más.


Si. La nación de Yarrince, aquel político autóctono cuyas extensiones por él gobernadas en pleno siglo XVIII, abarcaban los actuales departamentos de Boaco y Chontales, se ha contraído por la ausencia del poeta Incer. Y, contrario a lo que dijo don Emilio Castelar a la muerte del gran Víctor Hugo de Francia, el mundo pesa más, porque se ha ido el que nos ayudaba a cargar los desmanes y excesos que cada vez hacen al orbe más pesado.  Carga que nos hacía liviana con su labor de médico, con su palabra de poeta, con sus lecciones de historia, y con todo su ímpetu cultural.

Este consumando humanista predestinado a llamarse Armando Incer, vio germinar su semilla en Boaco, Nicaragua, tierra aborigen, el 16 de febrero de 1930; y ahí mismo creció, y vio florecer su robusto árbol, el que derribado por el peso de sus 88 años, el 26 de julio del 2018. Estudió medicina en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en León, e hizo estudios de postgrado en Francia. Sirvió a su comunidad de donde nunca quiso salir para establecerse en otras partes del mundo, aunque las circunstancias se lo hayan ofrecido. Por antonomasia es el historiador de Boaco, por lo tanto, su perpetuo vocero. Su casa cuenta su obra. Hizo de su vivienda un verdadero museo de la historia local y nacional. Ahí, hay variadas piezas arqueológicas y literarias, todas relativas a la historia y al arte precolombino y a la difícil etapa colonial, tanto de su entorno inmediato, como de la Costa Caribe y del resto de Nicaragua. De acuerdo a referencias del doctor Jaime Incer, hermano del poeta Armando Incer, el guerrillero Augusto Nicolás Calderón Sandino y el general José María Moncada, allá por el año 1927, estuvieron en esa ahora Casa-museo. “En esta casa estaba Sandino cuando se rebeló y decidió continuar su lucha anti-imperialista”, afirma el doctor Jaime Incer Barquero. Y añade también que en esta casa vivió el general Rigoberto Cabezas Figueroa, el incorporador de la Costa de la Mosquitia al territorio nicaragüense en 1894. Por lo que no es casual que la residencia del poeta Armando Incer, fuese y sea visitada por docentes, estudiantes e intelectuales nacionales y extranjeros.

El doctor armando Incer escribió poesía, ensayos y biografías. Junto a varios escritores, entre ellos el poeta Flavio Tijerino, a partir de 1951 conformó el núcleo literario boaqueño denominado “Grupo U”, donde, además de la poesía, se promocionó el teatro. Por sus méritos intelectuales y académicos, llegó a ser miembro correspondiente de la Academia Nicaragüense dela Lengua; y en el año 2014 recibió la distinción “El Autor y su Obra”, de parte del Festival Internacional de Poesía de Granada. Además de otros méritos. Siempre será tenido en alta estima como gran maestro, pues, deja un legado intelectual no solo para su Boaco natal, sino para toda Nicaragua. Su obra debe ser divulgada y estudiada a fin de extraerle la savia humana que contiene.  De su cosecha artística, según la poeta boaqueña Martha Leonor González, son los poemarios y obras en prosa: Huérfano esquife; Debo la Sed; La guerra predilecta; Breve historia de Boaco; A pedir de boca;  Todos somos mi palabra, en la que lega una poesía muy sentida, que transpira un aire de despedida y se carga de recuerdos y de alusiones familiares. Asimismo, se cuenta entre su obra el libro inédito sobre la vida del religioso José Nieborowsky (1866-1942), uno de los fundadores de la actual ciudad de Boaco.

Además de su obra académica e intelectual, el doctor Armando Incer tuvo destacada participación social por sus servicios médicos como cardiólogo. Y no menos importante fue su labor como alcalde de su ciudad, función que ejerció de 1990 a 1996, con gran ejemplo de tolerancia y accesibilidad política.

Quizás la nación yarrince es más pequeña por su ausencia, pero el poeta, con su canto la avizora como leal centinela, y dice: “¿Qué ojo ya marchito –antiquísimo o menos antiquísimo- polvo ya, el agua ausente, resucitó en mis ojos para verte?”

Richard Wilson A. Managua, Nic. Agosto del 2018

sábado, 1 de septiembre de 2018


Lunes 3 de septiembre del 2018
EL DÍA DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE NICARAGUA

¿Sabes qué es la Carta Magna, la Máxima Norma, la Ley Fundamental, o la Ley Fundacional? Pues, no es otra cosa que la Constitución Política.

En un Estado Social de Derecho, donde la Ley es la que impera, la Constitución Política contiene un texto casi sagrado; pero en una nación donde toda norma se irrespeta, es un texto impreso en papel enrollado.

Como concepto general se puede decir que la Constitución Política, es la ley que contiene los fundamentos generales de Derecho por los cuales se rige la nación, sin importar si esta se estructura como un país con un orden republicano, como un reino, o como imperio; y sin importar si su sistema es presidencialista o parlamentario, o mixto.

Nicaragua, como republica regido bajo un sistema presidencialista, por supuesto que tiene su Constitución Política. Pero, a través de su historia ha dejado tan en evidencia su debilidad institucional, que nuestra Constitución Política (entendida esta como el texto fundacional o constitutivo del Estado, desde su independencia de España, hace 197 años), fue promulgada 17 años después de firmada la tan celebrada Acta independencia el 15 de sept. De 1821. Y desde ahí arrancamos mal como nación, pues, la bendita Constitución Política, desde entonces ha sido tomada como un trapo viejo que se hace y se deshace según se le antoja al gobernante de turno. Tanto es así, que desde su independencia hasta el día de hoy, en Nicaragua se han promulgado 20 textos conteniendo la Carta Magna (a un promedio de uno por cada diez años), se han hecho al menos 10 remiendos, perdón, reformas constitucionales. O sea que como nación, somos un desastre en definir lo que queremos y cómo lo queremos. Y lo peor es que las Constituciones que se han hecho, no han sido respetadas por nadie.

La actual Constitucional, vigente desde el año 1987, ya ha sufrido 6 reformas. (Y sigue el rancho ardiendo.).

Aun con todo y aquello, como de buenas intenciones esta adoquinado el mar, el 26 de septiembre del año 1995, la Asamblea Nacional de Nicaragua promulgó la Ley 201, denominada “Ley de Promoción de los Derechos Humanos y de la Enseñanza de la Constitución Política”. Y esta ley, en su artículo 2, dice: “Declarase día de la Constitución Política de Nicaragua, el primer lunes del mes de septiembre de cada año, las escuelas y colegios del país dedicarán ese día al estudio y enseñanza de la Constitución Política. Y además, señala (art. 1) que la Constitución Política y los Derechos Humanos serán materia de enseñanza obligatoria en la educación preescolar, primaria, educación media y técnico vocacional. Agregando asimismo (art. 5) que las instituciones de la Educación Superior (universidades) podrán elaborar un plan de promoción y estudio de la Constitución Política y los Derechos Humanos; como también deben hacerlo los centros de estudios militares y policiales del país. Y establece que (art. 6) “Los medios de comunicación, como parte de su función social, para contribuir al desarrollo de la nación, tienen la responsabilidad de establecer acciones de divulgación y programas que promuevan la enseñanza de la Constitución Política y de los Derechos Humanos.

Nótese que esta ley (201) bien intencionada, liga de modo indisoluble la Constitución Política y los Derechos Humanos… a fin de promoverlos y estudiarlos para su debida obediencia y observación. Pero en nuestra nación ¿Cuánto se sabe de esto? ¿Será por eso que se irrespetan tanto aquellas dos entidades del Derecho?

No perdamos de vista que muchas veces no son las leyes las deficientes o excesivas, si no quienes están en el deber promocionarlas y observarlas.

¿Qué hará Nicaragua este lunes 3 de septiembre del 2018 para enaltecer su Constitución Política y sus Derechos Humanos?

viernes, 24 de agosto de 2018

                          
EVOCACIÓN EXISTENCIAL 
EN TENACIDAD EMIGRANTE,
tercer poemario de Iván Figueroa.

RICHARD WILSON ARTEAGA,
escrito entre Dic. 2017 y Mayo 2018

Un obsequio para comentar:
Una tarde de finales de noviembre del dos mil diecisiete, en el Café de una Librería de Managua, el poeta Iván Uriarte me regaló el libro TENACIDAD EMIGRANTE. Este es el tercer poemario del autor Iván Figueroa.

Al recibir aquel obsequio, pensé: si ese amigo me regala este libro, es porque le gustó; y confía que su contenido también me hará disfrutar; o sea que espera ver en mí los buenos momentos que a él le deparó. Pero también este donativo me estimula porque me hace saber el concepto que el poeta Uriarte tiene de mí; pues, un amigo hace un regalo según la imagen que tenga de quien ha de recibir su presente. Por eso, parafraseando a Julio Cortázar (“Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj[i]), me atrevo a decir que al regalarme ese libro, el poeta Uriarte me entregó la obligación de decir algo sobre su regalo. Y, con el ánimo de saldar ese deber, me atrevo ahora a comentar el poemario del apreciado poeta Figueroa.

El autor y su obra:
 Iván Figueroa es un nicaragüense nacido en la caribeña ciudad de Bluefields, el 7 de abril de 1956. Pero, por los avatares de la vida, emigró a edad temprana hacia la capital del país, en donde realizó estudios secundarios y superiores. Enseguida, ya siendo un caballero de casi tres décadas, retornó a la ciudad de origen para hacerse cargo de la gerencia de diversas empresas estatales. Pero, con el cambio de autoridades nacionales producto de las elecciones generales de 1990, dejó las responsabilidades administrativas que tenía; y en 1992 emigró hacia los Estados Unidos de América, para establecerse en la Riviera Californiana. Y, allí reside. Por lo que no debe confundirse a este autor centroamericano con sus homónimos -uno mejicano y otro chileno-, quienes también han incurrido en el dulce placer de la literatura.

Aunque las inquietudes literarias de Figueroa las traía consigo desde su juventud, es ya entrado en su madurez vital, en un afán de autodescubrimiento, cuando se encuentra con el placer de volcarse a sí mismo a través del arte escritural de la poesía. Y magma de su erupción son sus poemarios “LITORAL” (2,011), “RIVIERA” (2,012), y ahora “TENACIDAD EMIGRANTE”, que le ha sido publicado en Managua, Nicaragua en el año 2017 bajo el sello de la Editorial Amerrisque, con edición al cuidado del laureado poeta y crítico literario nicaragüense Iván Uriarte, quien también se lo ha prologado.

El libro:

Esta edición de TENACIDAD EMIGRANTE, en su presentación material, es un libro ajustado a los cánones actuales dictados por la premura del tiempo y la agitación de la vida moderna. Pues, es breve. Para leerse en un solo tirón y en poco tiempo. Pero, en él caben ochenta y un prosemas y dos poemas; todos intensos y penetrantes, si los juzgamos por las evocaciones de la identidad territorial y de la existencia humana, y por sus denuncias en pro de la preservación de la naturaleza, que contienen. Son piezas literarias producidas desde la perspectiva de un emigrante, y, por ello, escritas desde lo más hondo del sentimiento identitario de un nica-caribeño que ha libado el gin de la patria ausente.

Las piezas literarias de TENACIDAD EMIGRANTE, constituyen verdaderos y muy logrados prosemas y poemas, revestidos cada uno en suficiencia para hacer brillar, en forma autónoma, su riqueza lírica. De manera que la distribución de ellos en las cinco partes que se extienden a lo largo de las ciento once páginas del libro, vienen a constituir solo un buen orden serial para deglutirlos mientras se cabalga en los estira y encoge de la existencia humana de un punto centroamericano.

Primera parte: «Caminos Costeros».
Esta la componen dieciocho prosemas en los cuales el autor invoca y evoca el transcurrir de sus primeros años de vida. En ellos, usando el cinematográfico recurso de la analepsis,  nos hace verle chapoteando en la Bahía de su Bluefields natal, en cuyas aguas, otrora muy limpias y sanas, rememora que hallaban el diario sustento él y sus coetáneos. Así, en el prosema «Hábitat amenazado» (p.16), el proseta (porque escribe prosemas) dice: “… en ese litoral de pobreza disfrazada con tintes de felicidad, al morir el sol, resucitaban los cueros con su tumbao caribeño acompañado de maracas y cencerros atraídos por lindas caderas de ébano haciendo de la noche un bacanal.” Con lo cual, el autor evoca su espacio y su tiempo, resaltando por supuesto, que había que sudarse para llevar el pan a casa. Por lo que enuncia: “… Las entradas de mar al compás de la marea mostraban andanadas de conchas negras, en cada luna brillaban los bancos de ostiones… los nativos Misquitos, Sumos, Ramas y Garífunas habían madrugado en la gran travesía por ríos y lagunas para ser los primeros en la vendimia…” Dejando sentado así su existencial melancolía.

También mantiene el autor en los primeros trece prosemas de esta primera parte, una constante voz de denuncia por el ecocidio que ha significado, según su percepción, la indiscriminada tala de los bosques, esos que tan solo hace cuarenta años cubrían exuberantes el caribe nicaragüense. Alude la despiadada contaminación ambiental, y argumenta que las cristalinas aguas de los antaños surcos hidrográficos, por la acción criminal de sus mismos habitantes y de quienes están llamados a protegerla, son ahora inexistentes. Y por eso, en su prosema «Efecto añoranza» (p.18) el proseta exclama: “… En las antiguas rutas acuáticas se ven secos caminos, un desastre ecológico… me obligan a despertar a una premonición que prefiero no imaginar…” y agrega que no está lejano el día en que («Nota roja» p.26) “En un periódico del otro mundo se leerán las crónicas del exterminio planetario con el fatídico título: Hijo mata a su madre y se suicida”. Y cierra este acto diciendo: («Descarga» p.27) “No encontré mejor manera de expresarlo que el viejo recurso de la poesía”. Y patentiza esto con el prosema «Felicidad y un tequila» (p.28), con el cual manifiesta: “…prendiendo la chispa de la inspiración dormida, conocí por primera vez el placentero ocio de escribir”. Dice esto aun sabiéndose frustrado por el ecocidio denunciado, y sintiendo el dolor de su distante Bluefields afrodescendiente, mientras está allá en las cercanías del desierto californiano, al calor del dólar y del tequila.

Después de aquel actus iure de denuncia,  gira decisivo el proseta hacia la ruta de la invocación existencial (humanus actus), y en su prosema «Episodios» (p.30) alude a un joven afrodescendiente de su Bluefields amado, forjado en el desprecio y la discriminación, presentándolo como un símil con la humanidad, quien en el carnaval de la vida hacía de bufón para divertir a sus coetáneos, compartiendo alegrías en adversidades, luchando contra el enemigo o la “enfermedad mental”  denominada pobreza; y redarguye en este punto el autor que “fácil es quedarse en el prolongado descanso de la indiferencia” y no batallar por un mañana mejor.

Y va a fondo en su reflexión existencial retomando lo que dejó inconcluso en su prosema (Afro-caribe-nica, p. 19), con el que alude a la identidad local, nacional y universal, esbozando la idiosincrasia caribeña y nicaragüense con énfasis en la comunidad afrodescendiente, al referir las danzas electrizantes del pueblo Garífuna, así como la del reggae y la pélvica danza del Palo de Mayo; sin soslayar el mecido calipso tropical. Y, enseguida, desde la perspectiva de su torre de marfil situada en la Riviera californiana, navega como buen internauta hacia el Sur del continente que descubriera Cristóforo Colombo, en un afán de reencuentro con su tierra natal; con Tasbapauni; con el hilo de tierra que hay entre el mar Caribe y Laguna de Perlas, donde existe un “…rincón ideal para esconderse de las humeantes… ciudades”. Y en su prosema «Por el áspero camino» (p.29), reflexionando de previo sobre lo que será de sus días postreros, cuando ya cansado por los años llevados encima, con el honor de haber sido alguien o el dolor de haber sido nada, dice: “Por el áspero camino vendrán nuestros hijos a recoger lo que sembramos.” Luego, al ritmo del prosema «Naufragio» (p.31) aborda la historia reciente de su patria Nicaragua, la que después de utopías y revoluciones incubadas por rebeldes ideas, otra vez se ve manoseada por falsos mesías que predican paz pero viven odiando. Y, expresa: “Nos cayeron garrotazos, chorros de agua, libretas de racionamiento, persecuciones y cárcel…” Por lo que, en afán escapista, prefiere “… naufragar mil veces y renacer entre la purificadora espuma de la libertad hasta llegar a la vejez…”. Vejez que, en el ser humano, el proseta compara con un reloj chiclero comprado en la calle, y que -aunque «Por barato… desechable» (prosema 17, pag. 32)-, puede ser amado. Y cierra este apartado el autor exaltando los beneficios de la risa como elemento evasivo del dolor y de las penas (prosema «Burla», pág. 33). Y apunta: “Reír de torpezas propias y ajenas me hace inmune a la burla”. Confirmando cómo en su lucha existencial, el ser humano es capaz de asirse de todo para sobrellevar los fardos negros de la vida.

Segunda parte«Cibernando».
Este segmento lo abre el autor destacando una indisoluble relación que él ve en la actualidad entre el arte y la tecnología («Artecnología» p.37). Por lo que nos deja entrever que si algunos animales (irracionales) hibernan, pues, entonces él (ser racional) ciberna. En tal contexto, sin embargo, expresa el temor de ser subsumido o transformado (como Gregorio Samsa en la Metamorfosis kafkiana) por la invasión de los medios y elementos de la cibernética. Por eso («Transfiguración cibernética», p.38), dice: “siento perder la habilidad de escribir a mano, ya no puedo vivir sin una computadora, y sin teléfono celular.” Y agrega: “Temo despertar de un gran sueño a la pesadilla de ser una estadística, un autómata en espera de identidad”. Y retrata con esto a la Generación “Z” (generación postmilenial o centenial), que parece no poder trabajar, estudiar, comer, dormir (en suma: vivir), si no está conectada al internet. Y, de este modo, enuncia su temor de que todo se vuelva superfluo al perder su textura real por una virtual (generación Táctil), hasta en aquello relativo al coito. Pues, refiriéndose a la Post-millennials generation, se lamenta: “… ridiculizan la expresión romántica mientras al chatear se mandan flores que cortan de la pradera virtual, intercambian selfies y en teléfonos celulares hacen el amor” («Ciber» p.39). Y luego («Tecnología orgásmica», p.40) añade algo dramático: “Inadvertidamente, esta explosión tecnológica es un arma embrutecedora de masas. Peligran nuestros hijos en la intimidad de sus habitaciones y en la calle caminan como zombis cargando en sus manos el diabólico aparatito con el que masturban la mente”. Y con esto hunde al lector en un impotente mutismo, pues, en cuanto a los estragos de la cibertecnología, parece decir toda una tragedia con pocas palabras. Pero, aún, sigue. Y luego, en el prosema «Psicodelia» (p. 41), el proseta se lamenta porque en cada uno de los programas y elementos que componen el software, se denota la ausencia de un poema bien logrado, de un cuento bien contado y la carencia de construcciones lingüísticas que engrandezcan el intelecto; y, antes bien, ve que “Demonios bailan al compás de caprichosa clave”. Luego pasa y establece un símil entre los adictos al “Facebook” (p. 42) y su perro, destacando que la conducta de oler para identificar a sus semejantes, orinar para marcar territorio, y deambular sin rumbo cierto, es tanto como el ir y venir por el laberinto de un Facebook, solo que “En las redes sociales caninas no hay hipocresía ni vanidad”, sostiene. Con lo cual, en modo tan particular, el proseta hace escarnio de los avances tecnológicos en la comunicación social, denunciando el peligro que constituye su mal uso.

Enseguida sigue, en inteligente y disimulada sorna, en «Rejuvenecimiento aplicado» (p. 43), describiendo cómo la Generación “X”, asoma su nariz y pide entrar a la tertulia de la Generación “Y”; y, aunque a sus miembros les falte pan en la mesa, ropa en el cuerpo, y calzado en los pies, “…renuevan sus votos de juventud (…) gozan la modernidad de su presente con una Laptop en la frente, el teléfono en una mano y la copa en la otra, mientras esperan el tsunami de información digitalizada…” presagiando también su temor de que en este vaivén cibernético “Las mentes enfermas serán reprogramadas” (p. 44) Aludiendo con esto también a la “Generación T”; y, acaso, no es terreno fértil todo ello para la inserción del microchip en los humanos?

Disgrega luego, y pierde el hilo temático el autor con su prosema “Somos tiempo” (p. 45). Pero después retoma sus temores sobre el supramundo cibernético, el que lo viene controlando todo, incluso las finanzas mundiales; el mismo que ha puesto en un pedestal celeste al sueño americano, del que solo se sabe su cruda realidad cuando se está ante su inalcanzable altar (prosema «Efecto», p. 46). En este contexto tecnológico, se lamenta el proseta que de poco sirva este desarrollo cibernético para acabar con la pobreza, y llama hacker de la humanidad a la clase política y poderosa que solo busca acumular riqueza en pocas manos («Inconcluso», p.47). Sin embargo, no todo le parece perdido en este mundo de las computadoras, pues, en su prosema “Tu abdomen” (p.48) rescata como único bien el que tal vez en el ciberespacio pueda quedar flotando lo que no se escriba en papel o, habiéndose así escrito, se destruya; pues, peor sería escribirlo en la arena o en el hielo, como aquellas ardientes palabras que dirigió con los más vívidos versos a su amada a través de este prosema «Tu abdomen».

Con el prosema intitulado «Futurando» (p.49), (¿influencia de la emisión semanal homónima que con temáticas tecnológicas hace la Deutsche Welle? Quizás. Al menos, eso se percibe.), el autor construye un gerundio (y, por consiguiente, la verbalización: futurar) indicativo de sobreposición temporal para disgregar sobre el impacto futuro, mediato e inmediato, de ciertos actos presentes. Lo cual hace a partir del vocablo: futuro. Título bajo el cual, también, hace un ejercicio de su futuro personal, y donde plasma su temor de (como la duda de Goethe en “Egmont”, o como la de Rubén Darío, en “Lo Fatal”) no haber sido ni conseguido nada en su vital discurrir. Por lo que expresa su temor de llegar a ser parte de “… una generación automatizada”. O sea, en medio de un ejercicio de reflexión temporal, y por ello existencial, logra mantenerse en la unidad temática que bajo el neologismo («Cibernando») desarrolla en esta segunda parte del libro.

Y culmina el proseta esta segunda parte de quince piezas literarias, con demostrada versatilidad escritural, al abordar diversos asuntos de la vida cotidiana y las comunicaciones interpersonales, sean estas reales o virtuales (como las redes sociales), pero también denunciando la corrupción moral y política de la que ha sido víctima nuestra sociedad. Cosa que hace con el prosema «A ras del suelo» (p. 50), y desenlaza de modo inesperado, con el prosema «Credo-manía» (p.51), donde suelta una sátira sutil sobre los credos religiosos adulterados por las clases políticas y círculos de poder; hilvanando, a su vez, una lista de manifestaciones de su profesión de fe; y, no obstante, patentizando su temor de ser una figura sin forma, que nunca resucitará ni reencarnará; aunque, a la vez, se cree susceptible de cambiar si se sale de la envoltura actual que lo contiene. Tornándose todo esto último en un aviso o alerta para el convulso mundo actual donde los valores y principios morales están en peligro de extinción o de ser cambiados por órdenes tecno-virtuales.

Tercera parte«Espinas».
Bajo el epígrafe «Espinas», nos lleva el autor hacia diversas vivencias que lo han traído por el camino de la vida y de la literatura. Lo existencial y lo artístico.   Así, expone lo que para él significa parir un poema, con la esperanza de ser leído y valorado («Grano de arena en el aire» p.66), revelándolo así en «Laxitud» (p.55) y de algún modo en «Pariendo ideas» (p.61), y, asimismo, en «Desdoblamiento» (p.62). Y luego nos dejar ver una especie de actuación contemplativa y astrológica, en «No fue casual» (p. 56) y en «Indefenso ante la noche» (p. 57). Afanes nocturnos y contemplativos que tendrán su recompensa en una brillante mañana, según lo manifiesta en su  prosema  «El insomnio llega» (p.58). Pero esos místicos afanes no paran ahí, sino que, conjugados con lo cotidiano, le generan fatigas (Diurnos, p.59) de las que solo vuelve a tener sosiego en la siguiente noche de tarea creadora. Después, en medio de la fatiga que implica la creación poética y el transcurrir de la vida («Torciendo el brazo» p.64), en esa libertad temática que le implica el epígrafe de esta parte, vuelve con «Reto por exprimir el zumo de la realidad» (p.60) a cierta fatalidad en su existencia, enfocando esto desde una perspectiva teológica y moral. Fatalidad que, también expone con visos satíricos, al alegorizar la virilidad humana con la de un animal doméstico: el perro («Honor y humor», p.63). Y, con no poca resignación, se lamenta de que el ser humano esté cargado de pasajeros placeres inicuos e irresistibles («Lógica del horizonte» p.65); pero eso, sí, haciendo la salvedad de que esta verdad no es absoluta ni generalizada, sino que cada individuo pensante tiene su propia realidad en esta materia y en todas las que marcan la vida, incluyendo la religiosa («Esclavo de la palabra» p.67). Y, en este mismo discurrir, declara que aquellos amantes de podios y tarimas se olvidan que son nada («Lo más cercano a la nada» p.68), y que el mundo se acabará por su voraz autofagia, pasando de previo por la deshumanización de la estética –del arte-, y toda manifestación corpórea del hombre y de la mujer («Mitad ser humano, mitad silicón» p.69). Enseguida, con un manotazo no exento de mofa, retrata los días postreros a la juventud («Soplan vientos de otoño» p.70-71) donde la añoranza y la posibilidad (expectativa y realidad) lidian en todos los escenarios de la vida, incluido el del deseo de perpetuación de la especie mediante el ejercicio sexual. Y, en medio de esto, muy melancólico, dicta sus propias resoluciones para cuando tenga que entrar a la tercera juventud. Y en tal sentido, encarga lo que ha de hacerse con sus restos (al morir), y manifiesta que se aferra, como única esperanza, a perpetuarse a través de su palabra poética («Preliminares arreglos» p.72) dejada para la posteridad. A pesar de esta esperanza, no obstante, su existencia indomable tiene para después de su muerte un apocalíptico reclamo dirigido a lo que denomina Espíritu (así con mayúscula al inicio), a quien ahora considera imaginario amigo («¿Esperando el paraíso?» p.73). Matizando así con tintes de misterio teológico esta parte de su poemario, y en donde hurga sobre los vericuetos de la existencia humana aún en el más allá.

En su recorrido existencial, en esta tercera parte diserta con la libertad temática que se ha permitido. Y, metaforizando con los colores del semáforo, traza la insondable ruta de la vida, y declara que el hombre, en tanto especie humana, sigue un camino que considera ancho e interminable, en donde, desbocado y sin frenos, corre hasta que el rojo lo detiene y le impide dar un paso más («Colores infalibles», p.74). Rojo que podría ser un hecho relevante (enfermedad o muerte súbita; accidente de tránsito, fracaso en los negocios, o cualquier otro suceso decisivo)  que modifique o altere la cotidianidad humana. Y, a la vez, medita y dice que, mientras el inexorable fin de cada individuo llega, siempre habrá una labor por realizar, incluyendo la de escribir poesía, con la esperanza de un «Amanecer optimista» (p.75). Y, concluye este capítulo el autor, refiriéndose al viaje de la humanidad, -y de todo ser vivo-, describiéndolo como un andar en el tiempo y en el espacio. Utilizando para ello referencias físicas y metafísicas («Partícula errante» p.76). Dejando sentada su sensibilidad frente a los altibajos cotidianos y ante el ocaso de la vida, como expresión de su perspectiva existencial.

Cuarta parte«Fabulando».
Haciendo honor al epígrafe de esta parte, con un recurso cristoreferente, y sin salirse de su estilo fluido y sin rebuscamiento –propio del autor-; ensayando un discurso irónico y casi paradójico, el proseta sorprende al comenzar este capítulo fabulando con el Vino (así con mayúscula, por la sustantivación que le da el autor). Y en tal ejercicio, hace una relación química y espiritual, al cantar las virtudes del vino, al ser fuente de vida, de gozo y de inspiración; aunque reconoce que también es provocador de la muerte, si se le abusa («Los atributos del Vino» p.79).

Salta enseguida en su proceso fabulador, y canta al antipoeta chileno Nicanor Parra (05/09/1914-23/01/2018) con el prosema «Renegado» (p.80), el cual introduce con la formulación de una interrogante basada en el clisé “la inmortalidad del cangrejo”, para luego dar rienda suelta a un discurso mediante el cual esboza un retrato del perfil humano y literario de aquel anarquista del arte, quien, hasta con su prolongada existencia material sobre la tierra, se mostró antitodo (hasta antiedad, como elemento existencial). Y lo homenajea con acierto al resumir su persona y su  antipoesía, al enunciar: “Tu poesía es un dedo en la llaga”.

Sigue, luego, sus dedicatorias (mientras fabula), y ahora hace un ofrecimiento al poeta nicaragüense Iván Uriarte, a quien, aunque no lo diga expresamente, considera un Raro que ha nacido, crecido y desarrollado como un árbol fuera del bosque; pero, árbol que, a la vez, lo cubre todo y forma parte ineludible del paisaje selvático de la literatura nicaragüense y latinoamericana. Enseguida se coloca el autor como bendecido del maestro Uriarte, por la dicha de ser acogido bajo las sombras del ramaje de aquel árbol («Binomio del azar» p.81). Y, ensaya así el proseta su fabulación, haciendo apología literaria con extracciones biográficas y artísticas de sus homenajeados. Cosa que logra mediante un discurso libre de extravagancias y rebuscamientos; sincero y sin lisonjas. Y resalta con esto su objetivad en el arte y su buen equilibrio emocional al referirse a otros creadores. Caracteres que también se confirman en el prosema “Jornada incierta» (p.82).

Luego, el autor gira 180 grados sobre su eje, y ubica su puntero en el otro extremo. Y desde ahí sigue ensayando la variopinta de este apartado, ofreciéndonos el primero de los dos únicos poemas de este libro. (Los denominamos poemas, por la forma estructural de cada uno.) Siendo este un poema en el que aborda el racismo como elemento humano, y, por ello existencial. El racismo como tema siempre actual. Y, así, con el poema «Blanquinegro» (p.83), confeccionado con heptasílabos y octosílabos, -y por allá un eneasílabo-, pero de rima libre, reivindica al negro al contrastarlo con el blanco. Advirtiéndose, así, como un poema-denuncia contra los racistas y antinmigrantes ataques trumpnianos, por desdicha con ecos universales; ataques que, un tanto exaltado, el autor describe como “Basura blanca» (p.84).

Sigue discurriendo (fabulando, como él mismo lo dice), y nos presenta el prosema que le da título al poemario: «TENACIDAD EMIGRANTE» (p.85). Y con él aborda un tema muy antiguo y muy actual, como es la migración. Ahí, destaca del emigrante (en parte lamentándolo, y a veces aplaudiéndolo), la tenacidad con que busca un destino mejor, después haber salido de su patria. Aborda en particular el caso de los migrantes centroamericanos, quienes sin importar los embates de “La Bestia” (transporte mejicano de ferrocarril) o de cualquier forma de viajar, se enrumban hacia el Norte, tras el dorado “sueño americano” (que muchas veces se vuelve pesadilla). Y canta la “Tenacidad” con que cada individuo busca “… un maná de oportunidades…”. Tenacidad que emplean en colectivo para llegar al destino buscado, y que luego vuelven práctica común y cotidiana en el desempeño de cualquier labor que los haga sobrevivir. Tenacidad con que horadan la frontera entre el Águila Calva y el Águila Real; tenacidad con la que rompen un punto en los 3,185 kilómetros de línea divisoria entre México y Estados Unidos. Y qué importa si esos pasadizos llevan por los desiertos de Sonora y Chihuahua («Flores en el desierto» p.86, y «Tuna brava» p.87), o por Río Colorado o el Río Bravo (también llamado Río Grande, según el ojo con que se mire). Y, así, columpiándose entre la melancolía y la exaltación, el proseta profiere: “… claman los recién llegados hijos del Creador un trato si no igualitario al menos justo…” y luego expresa: “… los tenaces que arriesgaron la vida se verán triunfantes en el callejero sudor que han derramado”. Y, de este modo acredita el autor la “Tenacidad” con que actúa el “Emigrante” al expatriarse en busca de vino, de pan y de paz. Abordando así, dentro de su lucha existencial, un tema actual y de escala global, que seguirá moviendo los cimientos de la humanidad hasta que los dioses lo permitan.

Luego salta el proseta a otra temática en su libre disertación, y con el prosema «Abstinencia cívica» (p.88) incursiona en la política, donde, transpirando pesimismo, denuncia que muchas veces el pueblo calla “… atado a la razón de un pacifismo forzado…” ¡Oh, cómo se parece esta denuncia a su Nicaragua de antes del 19 de abril del 2018! Y en medio de su alusión política, el autor toma viñetas de su tierra natal como pretexto para salir del pesimismo, y hace una reflexión social y filosófica relacionada con lo que debería ser y hacer un activo ciudadano del mundo («En medio del camino» p.94). 

Prosigue su vaivén temático (pero sin caer en el demérito), y luego nos lleva el autor a lo social y cotidiano, desde la perspectiva de la heroína de todos los tiempos y espacios: la mujer-madre. A quien, bajo el sugerente epígrafe de «Rutina» (p.89), el proseta exalta sus virtudes y pone de relieve su apostólica entrega a la vida de su prole. Y en este tenor, de la mujer-madre describe y valora sus jornadas sin horas («A paso lento» (p.90). Reflexionando de este modo sobre otro aspecto existencial de ser humano, como es la maternidad.

Pasa enseguida, y canta a la mujer-tentación. Sí, a “…esos angelitos que Dios puso ahí para nuestro deleite aunque al tenerlas nos condenen a la perdición.” («Bambolina»p.91). Manifiesta y advierte el autor sobre los placeres femeninos que al hombre incauto encierran peligros; peligro de ser perturbado y hasta confinado al ridículo, o a una feliz destrucción. Canta a la mujer-tentación, a quien se ve en la necesidad de entregarse como mosquito ante la telaraña, para materializar la conexión telepática que lo une desde antaño por designio natural («Ondas telepáticas» (p.92).

Luego de ese ir y venir entre varios temas; algo así como una caminata por muchas subidas, bajadas y veredas, (Pol-la d’ananta katanta paranta dedojmia t’elson, dice Homero) por fin llega de nuevo al punto de inicio, donde comenzó a fabular, y nos habla de la subsistencia del artista y del arte, y en particular del poeta, quien en medio de los versos y el Vino, se hace millonario aunque sea de admiración. Y delinea con el prosema «Subsistencia» (p.93) una especie de metapoesía. Después, cierra el capítulo con una relación de índole existencial, con el prosema «En medio del camino» (p.94), donde deja establecido que hay un momento en la vida cuando todo se ve más claro, y que es cuando se deberían tomar las mejores decisiones.

Quinta parte«Encuentros».
Por qué «Encuentros». ¿Acaso en su lucha existencial el proseta cree que salir del ensimismamiento y venir a los suyos, es la forma cuerda de vivir? Quizás ese propósito sea el que expone en «El motivo» (p.97), al contar cómo aquel anónimo aventurero de psiquis enajenada al mundo exterior, pero muy apropiado de su mundo interno, solo pudo regresar a la verdadera cordura cuando buscó su entorno y se dio por abandonado por su novia imaginaria, que también pudo haber sido cualquier otro asunto-problema de la vida. Dejando ver que no siempre lo que sucede al ser humano, ya sea provocado por cosas o personas, es para destruirlo, sino que puede ser para volverlo imbatible; pues, hay circunstancias que parecerían absorberlo y hasta casi exprimirlo, pero que, enseguida, ellas mismas lo devolverán como el mar a sus muertos, con más fuerza ante la realidad circundante. Es decir, el proseta filosofa con optimismo y sostiene como David Lagercrantz (escritor sueco. 1,962) que “lo que no te mata te hace más fuerte”.

Al filosofar sobre la vida, es decir, en ese ejercicio de filosofía vital, el autor intenta mantenerse en el enunciado «Encuentros», para definir los encantos y los desencantos del ser humano con sus pares e impares, según su perspectiva descrita en «El motivo» (p.97). Y, alude, así, a esos seres y esas experiencias que le ha dado la vida, al brindar el relato de dos damas del mismo oficio, pero que se desempeñan en distintos horarios y espacios («Calle sin salida» p.98), mostrando en ello su preocupación por esas fatalidades que día a día resultan amenazadoras para esas damas del oficio antiguo, como peyorativamente se las califica.

En sus “Encuentros” el autor ofrece «Equino en equinoccio» (p.99), para mostrarnos  la bucólica estampa de un jinete, con su equino y su perro (al mejor estilo del novelista James L. Nelson –1962, Lewiston, Maine, Estados Unidos- descritas en “Vikingos: una saga nórdica en Irlanda”), ubicándolos en un paraje que bien pudiera estar en el Caribe nicaragüense o centroamericano, donde siempre hay un cocotal; manifestándonos la levedad del ser y por ello el deseo de vivir intensamente bajo la embriaguez producida por la hierba verde, el hombre; el perro, su mejor amigo, deleitándose en el sexo, sin prestar atención a nada más; y el caballo, que se va en busca de alivio en la pradera. Constituyendo lo extraño, dentro del formato general de este poemario, el hecho de que la estampa bucólica «Equino en equinoccio» la haya encasillado en el clásico formato del soneto con influencia rubendariana. Sí, en el soneto revitalizado por Darío al hacerlo con versos de catorce silabas métricas –versos alejandrinos- y rima consonante o perfecta. Lo cual no demerita ni el poema ni el poemario, sino que, antes bien, confirma la versatilidad del autor para poetizar bajo las diversas formas que tiene la poesía, y mantener su discurso general.

Pasa, luego, el autor a deleitarnos el tímpano con una intencional aliteración cargada de fina ironía, con su prosema «Sujetos no sujetos» (p.100), mediante el cual retrata la realidad social centroamericana, donde campea la inseguridad ciudadana. Inseguridad en parte alimentada por la conducta coimera de la misma gendarmería, a la que, según el argumento oficial, se le dificulta atender sus deberes, debido a lo esquilmado del Presupuesto Público. Aludiendo así, al desinterés gubernamental sobre este rubro. Y, refiriéndose, al mismo tiempo, al grosero y morboso vuelo de la “Nota Roja”, con la cual, junto a otras manifestaciones de los mass media, se complace a la Civilización del Espectáculo (por decirlo en palabras del nobel Mario Vargas Llosa). Vuelo bajo en el que, en caída libre, parece ir un significativo segmento del periodismo. Y quizás por eso, el autor hace y ratifica su denuncia social desde una perspectiva filosófica existencial como parte de la colectividad, donde impacta directo la delincuencia y la nota roja.

Regido a sus «Encuentros», en “Boda de un agente de seguros sin cobertura” (p.101), refiere el autor una anecdótica conversación que devino en una sátira que al alimón hiciera con el (poeta Iván Uriarte) prologuista de este su tercer poemario. Y otra vez, y con el concurso y complicidad de su amigo, el proseta, en medio de su tenacidad vital, deja cachaza para filosofar sobre las fatalidades así como sobre las nimiedades de la existencia humana, frente a las cuales reírse de todas (y hasta reírse de uno mismo), constituye una manera de evadirlas, y también de confrontarlas. Luego en «El vuelo del gallinazo» (p.102) retoma el autor el tema de la política, y mediante una alegoría fabulesca, en modo sutil, expone la convivencia acordada entre aves carroñeras, que en afán de rapaz aprovechamiento, fueron capaces de establecer consenso entre sí. Sin dejar de referir al águila calva cuyas actos rapaces aguijonean a los emigrantes, (manteniendo la temática general de su poemario). Dejando, así, constancia del proceder de la clase política de los países en vía de desarrollo, cuyos actos son los detonadores de las más agudas migraciones humanas.

Luego nos vuelve a sorprender el autor con su fábula «Ardid de ardillas» (p.103-104) al entrar al mundo de la economía y las finanzas, en donde danzan ardillas de altos ramajes (¿o buitres?). Y fabula el autor indicando cómo procede en intrincadas madejas el personaje de su prosema, la “ardilla inversionista”, hasta dar certeros golpes a los incautos que en ella creen; acotando el autor que dichas ardillas se mueven en todos los estratos sociales y pueden estar ahí mismo al lado del amado lector. Deviniendo, así, esta obra en una verdadera denuncia contra los roedores que se mueven tras bastidores en el sistema económico de nuestros países. Y, por lo cual, refuerza el autor la denuncia social contra aquellos males (corrupción política y económica) generadores de pobreza y miseria y, en consecuencia, de migraciones humanas.

En estos «Encuentros», y amparado en la alegoría de una boda realizada en una villa que ubica el autor en el Estado de California (EEUU); villa que bien pudiera estar en Beverly Hills o en el mismo Hollywood, donde Mefistófeles (y no necesariamente el creado por Goethe en el Fausto) anda como Pedro por su casa, en medio de variadas y bizarras actividades psicoactivas; ahí nos ubica el autor para referirnos la distancia entre Pluto y Penia; es decir, la diferencia entre el derroche y la carestía; más bien dicho, lo distante que está el que lo tiene todo, del que nada tiene. Riqueza y miseria, como polos opuestos. Preocupación existencial constante del proseta en la temática general de este poemario.

Y retorna otra vez el autor con visos de narrador, y, bajo una disimulada influencia garciamarquezca, nos cuenta, en su estilo directo y sencillo, los últimos momentos vitales de un viejo lobo de mar llamado Ismael («Llámenme Ismael» p.106-107). Aludiendo, a través de este prosema, no solo a la descendencia del primogénito del bíblico Abraham (Ismael versus Israel; y por lo cual el Oriente Medio se debate en guerra sin fin.), sino que entra a debatir con esto sobre el existencialismo subjetivo y objetivo. Cosa que patentiza en «Bronceándose por dentro» (p.108), donde señala, que ante los diversos obstáculos de la vida, se debe reaccionar con la «Persistencia» (p.109) de la araña; y, por lo cual, canta al optimismo vital con que ha de actuar el ser humano en su existencia. Y, sin pretender que el mal de muchos sea el consuelo de los tontos, se da cuenta, sin embargo, que no lucha solo; que en sus cercanías, y aún más allá donde su vista no alcanza “otros persiguen la sombra de su propio árbol en la misma postración”; y que siempre hay un poeta que “…idealiza la razón de su existencia”. Y cierra su poemario (¿o prosemario) dispuesto a esperar su desaparición; y sabiendo que solo con filosofar y hacer saber sus sanas intenciones, no cambiará el mundo, sino que es necesario actuar en colectivo. Por lo que, resignado ante la realidad, dice: “Me sentaré a esperar el rapto extraterrestre… o los clarines del empíreo anunciando el final, lo que venga primero”; concluyendo de esta manera y mostrando que aún cree en Dios y aun habla español en medio del gigante anglosajón que lo ha acogido.


Palabras finales:
Decidiéndose por la poesía en prosa, como forma predominante para vaciar el magma de su personal volcán (y por eso, en vez de poeta lo hemos llamado  proseta), en «TENACIDAD EMIGRANTE» el autor Iván Figueroa, después de haber entregado a sus lectores dos poemarios anteriores, muestra una literatura no necesariamente madurada (porque no hace falta), sino producida en madurez; y por lo tanto, cargada de experiencias vitales. Vivencias por las cuales ha discurrido desde sus años mozos en su tierra natal hasta sus días de madurez en el exilio voluntario. Entregando así a sus lectores una obra de gran calidad literaria por su belleza lingüística devenida de su fluidez discursiva, propias de un estilo sencillo y directo, libre de rebuscamientos y de pueriles e innecesarias adjetivaciones. Así, entonces, Tenacidad emigrante, por su temática general, en tanto evocativa de la existencia humana (de lo existencial), es un texto artístico-literario que debe ser leído e interpretado como un todo, sin menoscabo de irlo escudriñando de parte en parte, para ir con el autor en medio de la esencia humana y sus diversas fases.

Excepto los poemas «Blanquinegro» (p.83) y «Equino en equinoccio» (p.99), el autor se decidió por volcarse a sí mismo a través de la poesía en prosa, la cual no consiste en pasar simplemente un poema de verso a prosa, como pudiera creerse, sino que es manejar la prosa como potenciador de lo lírico; donde se ha de dejar que la prosa absorba a la poesía, y que presente lo bello con todos sus alcances y matices, como presentando una estampa en pleno movimiento, como lo dice Ezequiel D’León.[ii] Dándosele por ello la designación de prosema a esta forma de poetizar; en donde, aunque no haya verso en el sentido métrico, rítmico y de rima, sí hay lirismo y estética.

Prosema es como dio en llamar a esta forma de poesía el maestro Ernesto Mejía Sánchez[iii] a mitad del siglo XX, cuando La Generación poética de los 40, a la cual perteneció, en Nicaragua, puso en boga esta forma de escribir poesía. Forma que ahora se ha propagado por toda Iberoamérica. Y según el poeta Julio Valle-Castillo, el maestro Mejía Sánchez decía que un prosema debía ser breve, intenso y con una fuerza interior anárquica[iv] (tal cual son los de este poemario de Figueroa). Forma de escribir poesía que en nada tiene por envidiar a las viejas y encasilladas formas de poetizar. Por lo que al comunicar su arte en esta forma muy moderna, y con un enfoque temático de reinante actualidad, al autor debe estimársele cumplidor de su compromiso de expositor de su tiempo y de su espacio, y revelador profético. De manera que cualquier error tipográfico o de cualquier naturaleza ligada con la presentación física de esta obra, es indigna de mancillar ni en lo mínimo la grandeza de este poemario, que con un lenguaje penetrante, por ser sencillo y directo (y no por eso carente de estética), está llamado a ser cada vez más valioso en la medida que vaya transcurriendo el tiempo. 





[i] Cortázar, Julio. Cuentos Completo. Editorial Alfaguara. Buenos Aires, Argentina. 2010.

[ii] dice Ezequiel D’León.[ii]. Ensayo titulado: “Poesía en prosa. Publicado en la sección cultural del Diario La Prensa, Managua, Nicaragua. 08/06/2013.

[iii] Ernesto Mejía Sánchez (Masaya, Nic. 1923- Mérida, México, 1985). Creador de un nuevo género literario llamado Prosema, constituido por textos liricos breves, escritos en prosa pero con un toque narrativo.

“El principal aporte de Mejía Sánchez a la moderna poesía hispanoamericana es ejecutar el poema en prosa, que retóricamente debía de hacerse en versos”. Julio Valle-castillo, La Prensa Literaria, Managua, Nicaragua, 05 de julio del 2008.

[iv] Citado por Danae Vilchez, en su ensayo “La vida y obra del escritor Ernesto mejía Sánchez: un intelectual integral”. Publicado en Confidencial.com.ni el 18 de febrero del 2016.