VIDA, HONRA Y HACIENDA.
I
No
hay nada más preciado que la vida, la honra, y los bienes. Sean estos elementos,
de sí mismo, de los consanguíneos, o de los afines; y, para efectos de defensa,
hasta los del prójimo, cuentan.
II
Por
eso, el Derecho Punitivo universal sostiene como eximente completa la vulneración
de todo bien jurídicamente tutelado, cuando la acción típica proviene en legítima
defensa de la vida, de la honra o de los bienes. Pues, todos los seres humanos
tenemos el derecho (y, de algún modo, el deber) de defender VIDA, HONRA Y
HACIENDA.
III
En
el hilo vital humano, no es casual que esto sea así, pues, el gran legislador
universal a través del proverbista ha dicho: “Humíllate y obedece al Señor,
y recibirás riquezas, honra y vida” (Prov. 22:4). Por lo que no es difícil
inferir, que la VIDA, la HONRA, y los BIENES, en tanto sean obtenidas como dádivas
de Dios, se deben defender en todas las formas y en todo tiempo. Pues, la
defensa de estas dádivas constituye la conservación existencial per sé.
II
Por el instinto natural que nace del simple
poseer, hay quienes defienden la vida, la honra y los bienes, aun cuando saben
que esa vida, que les fue dada por Gracia Suprema y Divina, la han conservado sobre
la sangre de los demás; la honra que presumen, la tienen cimentada sobre la
humillación del prójimo; y los bienes que forman sus riquezas, los han obtenido
a costa del esfuerzo ajeno. Pero aun así, a capa y a espada, defienden estos
elementos, bajo el argumento de que una vez tenidos en mano propia, les
pertenecen, y están en el deber de defenderlos por elemental intuición de sobrevivencia.
IV
La vida, la honra y los bienes, son la existencia
misma de todo ser humano. Por eso, cuando en una persona son puestos en
peligros estos dones tangibles e intangibles, o tan solo uno de ellos, puede suscitarse
uno de los siguientes hechos:
a) O se
produce
una reacción defensiva y de batalla que lleve hasta la muerte o hasta la
victoria; o
b) Se sucede una rendición completa en solo
la entrada, sin mostrar resistencia.
Sea cual fuere la reacción, en ambos casos se
hará evidente, que la contraparte habrá tocado donde más duele.
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