DESPUÉS DE TODO…
Mi voz es el arma
y mis palabras las
municiones.
Es todo cuanto puedo
dispararte.
Pero vos, en vez de
escuchar mis razones
y rebatirlas con
argumentos,
en plato fuerte me envías
los envenenados caramelos
y los estertores de tu
ametralladora.
Yo dormiré tranquila
y sobre mí nacerá un
roble
con perpetuas flores,
en cambio, esos caramelos,
llenos de hiel
a vos retornarán temprano
y amargarán tus pasos
para siempre;
y, por si te
arrepientes,
quizás hasta te ayuden
a expiar tus penas.
Pero, aún con todo,
será inhóspita y desértica
la superficie de tu última
morada.
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