jueves, 14 de junio de 2018

DILEMAS APARENTES.
I
CRISTIANO
Ser cristiano motiva a ayudar en pro de una vida celeste, pero no está reñido con socorrer a tus semejantes en la búsqueda de una sana convivencia social para que nadie sufra daños en el andar de la vida terrena. 

II
HUMANO
Sabes, además, que los seres humanos vinimos a este mundo para ser felices, y si la felicidad es un estado mental que resulta de la satisfacción sana de lo que necesita un sujeto para sentirse realizado, nadie debe anteponerse a la forma en que es feliz cada quien.

Auxiliar a tus semejantes en la hora mala, no solamente ha de ser un acto reflejo de humana supervivencia, sino un deber moral en atención a las leyes del reino secreto. Es decir que ser solidario con nuestros congéneres, nunca debiera tenerse como un dilema, sino como un imperioso deber.

III
CIUDADANO
Para la Ley, el que el uno tenga mucho dinero y el otro no tenga nada, no es un dilema para saber si se debe tutelar o no el derecho que como ciudadano a cada cual le corresponde. Ni debe ser dilema para nadie saber que debe respetarse el derecho correspondiente a cada uno. 

IV
DE PROVERBIOS, AFORISMOS Y DICHOS.
Sin salirnos de lo expresado, debiéramos saber que ningún proverbio, aforismo o dicho, tiene cabida para justificar lo incorrecto. Es decir, nunca convendrá hacer patrones de sana conducta y mucho menos hacer doctrina moral o filosófica  de ellos. Por lo tanto, la conocida retahíla aquella de que:
“justifico a mi amigo
(líder, presidente, gobernador, alcalde, etc.)
porque me considero su amigo,
y el verdadero amigo lo es no por gustar y defender las virtudes,
ni a pesar de los chicos o grandes defectos,
sino simplemente porque yo soy verdadero amigo de mis amigos.
Tanto que, los enemigos de mis amigos,
son mis enemigos;
los amigos de mis enemigos,
son mis enemigos;
y los enemigos de mis enemigos,
vienen a ser mis amigos.”

es una vulgaridad disfrazada de disertación campechana, que trata de encubrir el mutualismo parasitario, la clientela oportunista.

Pues, en tal contexto, hay que dejar muy claro que la amistad es una cuestión opcional, mientras que los Derechos y los Deberes de todo ciudadano, son normas morales y jurídicas a las que se debe tener formal y estricto apego. Y bien ha de saberse que una opción personal nunca ha de estar por encima de una norma social. Por lo que un ciudadano puede decidir ser no ser amigo de alguien, pero no puede decidir si respeta o no el derecho de los demás, ni decidir per sé si cumplir o no un deber, sin que tenga consecuencias punitivas por ello. De manera que ni una conducta ni un proverbio, aforismo o dicho, puede constituir una norma correcta de vida, pues, con solo que no haga ritmo con el sentido común, es suficiente para saber que lo reñido con lo humanamente bueno y correcto, nunca deberá ser tenido como modelo a seguir. De otra manera, su práctica sería no solo un contrasentido, sino un acto irracional, y por ello condenable, pues está condenada a traer consecuencias socialmente indeseables.

V
ENUNCIADOS POSTREROS.
De manera que si una persona se considera en verdad un cristiano, correctamente humano, y respetuosamente ciudadano, debe tener como premisa insoslayable en todos sus actos individuales y colectivos, que antes de ser ciudadano, es humano; y que antes de ser humano, es cristiano. Al actuar en todo siempre bajo esta premisa, se le tendrá como un referente a seguir, porque al ser hijo de Dios, será también un buen hermano en la Patria. No obstante, si se trata de una persona que no es cristiana, cabe la misma premisa, indicando que antes de ser un ciudadano, es un ser humano, y por lo mismo, sus actos obedecerán al sentido común y, por ende, a un ser racional que procura el bien colectivo; colectivo en el que interactúa con sus semejantes y del que forma parte. Y quien actúe de esta manera, nunca se verá metido en dilemas reales ni aparentes, pues, en su ánimo jamás habrá ambigüedades.

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