DILEMAS
APARENTES.
I
CRISTIANO
Ser cristiano motiva a ayudar en pro
de una vida celeste, pero no está reñido con socorrer a tus semejantes en la
búsqueda de una sana convivencia social para que nadie sufra daños en el andar
de la vida terrena.
II
HUMANO
Sabes, además, que los seres humanos
vinimos a este mundo para ser felices, y si la felicidad es un estado mental
que resulta de la satisfacción sana de lo que necesita un sujeto para sentirse
realizado, nadie debe anteponerse a la forma en que es feliz cada quien.
Auxiliar a tus semejantes en la hora
mala, no solamente ha de ser un acto reflejo de humana supervivencia, sino un
deber moral en atención a las leyes del reino secreto. Es decir que ser
solidario con nuestros congéneres, nunca debiera tenerse como un dilema, sino
como un imperioso deber.
III
CIUDADANO
Para la Ley, el que el uno tenga mucho
dinero y el otro no tenga nada, no es un dilema para saber si se debe tutelar o
no el derecho que como ciudadano a cada cual le corresponde. Ni debe ser dilema
para nadie saber que debe respetarse el derecho correspondiente a cada
uno.
IV
DE PROVERBIOS, AFORISMOS
Y DICHOS.
Sin salirnos de lo expresado,
debiéramos saber que ningún proverbio, aforismo o dicho, tiene cabida para
justificar lo incorrecto. Es decir, nunca convendrá hacer patrones de sana conducta
y mucho menos hacer doctrina moral o filosófica de ellos. Por lo tanto, la conocida retahíla
aquella de que:
“justifico a mi amigo
(líder, presidente, gobernador,
alcalde, etc.)
porque me considero su
amigo,
y el verdadero amigo lo
es no por gustar y defender las virtudes,
ni a pesar de los chicos
o grandes defectos,
sino simplemente porque yo
soy verdadero amigo de mis amigos.
Tanto que, los enemigos
de mis amigos,
son mis enemigos;
los amigos de mis
enemigos,
son mis enemigos;
y los enemigos de mis
enemigos,
vienen a ser mis
amigos.”
es una vulgaridad disfrazada de
disertación campechana, que trata de encubrir el mutualismo parasitario, la
clientela oportunista.
Pues, en tal contexto, hay que dejar
muy claro que la amistad es una cuestión opcional, mientras que los Derechos y
los Deberes de todo ciudadano, son normas morales y jurídicas a las que se debe
tener formal y estricto apego. Y bien ha de saberse que una opción personal nunca ha de
estar por encima de una norma social. Por lo que un ciudadano puede decidir ser no ser
amigo de alguien, pero no puede decidir si respeta o no el derecho de los
demás, ni decidir per sé si cumplir o
no un deber, sin que tenga consecuencias punitivas por ello. De manera que ni
una conducta ni un proverbio, aforismo o dicho, puede constituir una norma
correcta de vida, pues, con solo que no haga ritmo con el sentido común, es
suficiente para saber que lo reñido con lo humanamente bueno y correcto, nunca
deberá ser tenido como modelo a seguir. De otra manera, su práctica sería no
solo un contrasentido, sino un acto irracional, y por ello condenable, pues
está condenada a traer consecuencias socialmente indeseables.
V
ENUNCIADOS POSTREROS.
De manera que si una
persona se considera en verdad un cristiano, correctamente humano, y respetuosamente
ciudadano, debe tener como premisa insoslayable en todos sus actos individuales
y colectivos, que antes de ser ciudadano, es humano; y que antes de ser humano,
es cristiano. Al actuar en todo siempre bajo esta premisa, se le tendrá como un
referente a seguir, porque al ser hijo de Dios, será también un buen hermano en
la Patria. No obstante, si se trata de una persona que no es cristiana, cabe la
misma premisa, indicando que antes de ser un ciudadano, es un ser humano, y por
lo mismo, sus actos obedecerán al sentido común y, por ende, a un ser racional
que procura el bien colectivo; colectivo en el que interactúa con sus
semejantes y del que forma parte. Y quien actúe de esta manera, nunca se verá
metido en dilemas reales ni aparentes, pues, en su ánimo jamás habrá
ambigüedades.